En términos generales los vinos blancos resultaron muy elegantes, delicados, con boca redonda, cremosos y dulces. Los tintos son un poco menos concentrados que las dos cosechas anteriores pero con mucha fruta, tanino redondos y buen balance general.

El otoño 2016 terminó con intensas lluvias, las que cesaron hacia el comienzo del invierno, estableciéndose un clima frío y seco por varios meses. Al final de la estación volvieron las precipitaciones, promediando un 56 % más de lo normal para este período. Con una buena reserva hídrica en los suelos, el viñedo puedo desarrollarse muy bien sin el aporte de agua de riego, a pesar de que la primavera fue seca, con 20 % menos de precipitaciones que lo normal. En el mes de setiembre hubo una helada tardía que daño una pequeña parte del viñedo ubicado en zonas topográficamente bajas, pero este fenómeno fue de escasa significación. En Enero, momento en que comienza la maduración de la mayoría de las variedades, llovió un 24 % más de lo normal, principalmente concentrado en algunos eventos durante los primeros 15 días. En los meses de febrero y marzo las condiciones climáticas cambiaron radicalmente, lloviendo 12 % y 33 % menos que el promedio de los últimos 20 años respectivamente. Las temperaturas fueron las normales para la estación, sin registrar eventos extremos de ningún tipo. La vendimia comenzó el 2 de febrero y culminó el 27 de marzo, desarrollándose dentro del período habitual. La cosecha fue un 16 % mayor al 2016, siendo la segunda más alta de nuestra historia luego del record en 2012. En términos generales los vinos blancos resultaron muy elegantes, delicados, con boca redonda, cremosos y dulces. Los tintos son un poco menos concentrados que las dos cosechas anteriores pero con mucha fruta, tanino redondos y buen balance general.