A mediados de enero las lluvias cesaron y no hubo eventos significativos hasta fines de la vendimia, durante febrero las precipitaciones fueron un 30 % menores a lo normal. La maduración evolucionó lentamente pero se completó en buena forma en todas las variedades.
El invierno y comienzo de la primavera 2018 tuvieron valores normales de precipitaciones y temperaturas para la época, el balance hídrico de los suelos fue positivo y aseguró la disponibilidad de agua para las primeras etapas del ciclo vegetativo, mientras que la acumulación de horas de frío fueron más que suficiente para una buena brotación. No tuvimos eventos extremos como heladas o granizo. A mitad de la primavera y comienzo de verano las lluvias se intensificaron, siendo un 50 % mayor al promedio de los últimos 30 años, generando condiciones propicias para el crecimiento vegetativo y el desarrollo de la bayas. Los racimos en formación eran algo más pequeños que lo habitual debido a un menor número de bayas, relacionado a condiciones ambientales durante la inducción floral en la primavera 2017, como resultado de este fenómeno la cantidad de kg de uva fue un 10 % inferior al año anterior. A mediados de enero las lluvias cesaron y no hubo eventos significativos hasta fines de la vendimia, durante febrero las precipitaciones fueron un 30 % menores a lo normal. La maduración evolucionó lentamente pero se completó en buena forma en todas las variedades, el contenido de alcohol de los vinos es menor al obtenido en los últimos 4 años, con un muy buen balance, alta intensidad aromática y buen color. La vendimia comenzó el 6 de febrero un poco más tarde de lo habitual y culminó el 21 de marzo como es normal.