En cuanto a las temperaturas el invierno se destacó por la acumulación de unidades de frío, muy por encima de lo habitual, primavera fría y seca y muy soleada, verano húmedo con temperaturas mínimas nocturnas bajas. Se destaca Albariño con explosión de fruta y tintos con carácter.
Las lluvias durante el invierno 2020 fueron normales, por lo que hubo una buena recarga de la reserva hídrica de los suelos. En cuanto a las temperaturas el invierno se destacó por la acumulación de unidades de frío, muy por encima de lo habitual, determinando en el cultivo una brotación muy uniforme y completa cuando comenzó el ciclo vegetativo. Las temperaturas bajas se extendieron durante la primavera, con valores promedio por debajo de lo usual para la época, pero no tan bajas como para provocar heladas. Este efecto térmico generó algo de retraso de algunos días en el ciclo fenológico. Adicionalmente la nubosidad fue muy baja, determinando un índice de radiación solar mayor a lo normal y precipitaciones de septiembre a diciembre 57 % menor a la normal climática del período, generando un déficit hídrico temprano, el cual se extendió hasta la segunda semana de Enero, acompañado por temperaturas mínimas nocturnas por debajo de lo habitual, disparando la síntesis de color en las uvas tintas. El 15 de enero ocurrió la primera lluvia relevante del verano terminando con la sequía, y luego hubo dos períodos lluviosos en la primer mitad de febrero y Marzo, con acumulados generales de 6 % por encima de lo normal e importante diferencias entre regiones, siendo el Este del país la zona más húmeda. Entre las variedades blancas debemos destacar el Albariño, que está muy bien adaptado a este clima y género vinos con una explosión de fruta, acompañado de mineral y herbal, con ataque ácido y gran volumen, largos en boca. En los tintos resalta el carácter, la acidez equilibrada, un perfil aromático floral, especiado, mineral y con taninos dulces.